Los girasoles, con su distintiva capacidad para seguir la luz del sol a lo largo del día, han cautivado a admiradores de la naturaleza durante siglos. Su comportamiento único de girar sus imponentes cabezas amarillas en dirección al sol es un testimonio fascinante de la conexión entre la flora y el astro rey. Este fenómeno, conocido como heliotropismo, no solo resalta la asombrosa adaptabilidad de estas flores, sino que también ha servido como una fuente de inspiración para diversos aspectos de la cultura y el arte.